jueves, 24 de diciembre de 2015

El Diario de Lea - Una Navidad

No hay mucho más que decir, solo


¡Felices fiestas Yurifans!




Una navidad .-

Emmanuelle bajó corriendo las escaleras de la casa, disminuyendo la velocidad conforme se aproximaba al piso inferior. Aún en pijama y sin calzar, saltó hábilmente y con elegancia ese molesto escalón que siempre crujía y con pasos cuidadosos y pequeños se acercó cautelosa y curiosa a la cocina, de donde provenía el ruido, que en un principio, la había despertado.

Mientras más se acercaba, más podía dislumbrar una figura adulta, que sacaba cacerolas, sartenes, bandejas de los muebles de la cocina, donde varios de esos objetos habían estado por mucho tiempo, sin uso y sin objeto.

- Ma- ¿Mamá? - preguntó Emma, entrando despacio a la habitación, mientras su madre se volvía a verla.
- Lo siento, Em ¿Te desperté? - Sybill, su madre tenía puesto un delantal. Un pañuelo en su cabeza sostenía su cabello.
- ¿Qué estás haciendo? - preguntó Emma con sinceridad, a pesar de conocer la probable respuesta al ver los utensilios de cocina e ingredientes en la mesada. Había un pavo, habían papas y otros vegetales en diferentes cantidades, pero podía prepararse mucha comida con ellos.
- Una cena de navidad - respondió su madre mientras ponía una olla de mediano tamaño al fuego de la cocina, al parecer, para hacer chocolate caliente.
- Pero... - Emmanuelle detuvo su curiosa protesta. Pensó mejor sus palabras y terminó diciendo - Déjame ayudarte, mamá.

La verdad es que desde hace unos dos años no celebraban la navidad ni con cenas, ni con decorados, ni con chocolate, ni galletas. Desde que su padre se fue, Emmanuelle vio como su madre se reabsorbía en su trabajo, en su estudio y en sus papeles. Dejaron de celebrar la mayoría de eventos, como mucho los cumpleaños.  Mientras tanto, en esos tres años, ella y sus hermanos iban creciendo, Zacarías más rebelde que nunca; la pequeña Lea, tenía muchas interrogantes y ella; Emmanuelle, simplemente no quería que sus hermanos notaran la ausencia de mamá demasiado. Esas cargas, esas presiones son las que te hacen crecer y madurar antes de lo que deberías.
Pero ahora, era reconfortante, cada vez más, ver a mamá regresar.

- Mamá - la pequeña Emmanuelle terminaba de picar algunos vegetales con incipiente habilidad en sus pequeñas manos. Le gustaba mucho cocinar y lo hacía seguido cuando mamá no podía encargarse - Iré a despertar a los 'enanos'. También deberían ayudar.
Sybill asintió riendo ligera por el comentario de su hija.

Así que Emma fue a despertar a sus hermanos, regresando con Zac que venía a zancadas, delante de sus hermanas, y con la pequeña Lea que se restregaba un ojo, con la mano libre, somnolienta aún y con su pijama de una sola pieza, en un bonito rosa y con gatitos blancos estampados. Cuando vio todo lo que había en la cocina no pudo evitar llevarse una manito a la boca en señal de sorpresa y llamar la atención de su hermana jalando con fuerza de la manga de Em.
- ¿Regresa papá? - fue la primera idea de la pequeña. Todos volvieron  a mirarla y la estancia se llenó con un aire incómodo por unos segundos.
Sybill se abrió pasó hasta la menor de sus hijos, la tomó en brazos y le dijo con una sonrisa "Esta cena será solo para nosotros cuatro. Quiero que me ayuden a prepararla".
Y todos pusieron manos a la obra.

Sybill no sabía si la respuesta había sido satisfactoria para sus hijos menores, quienes parecían haber superado ya el momento incómodo. Sin embargo sabía que la respuesta no era suficiente para Emmanuelle, quien se quedó a un lado en la cocina, metida en sus pensamientos, mirando de rato en rato a sus hermanos, vigilando que Zac no intentara fastidiar a Lea, mientras pelaba papas en silencio. Emma extrañaba a su padre,  y era quien más comprendía de la situación.
El pecho de Sybill se llenó de una mezcla de culpabilidad por hacerle pasar tantas cosas a su hija mayor; y orgullo, por ver la madurez con la que su hija, tan parecida a ella, con la misma mirada que ella tenía, iba creciendo.

Emmanuelle pudo sentir la mirada de su madre, esa mirada cálida bicolor que ambas tenían, y le dedicó una pequeña sonrisa, cuando finalmente todo resolvió en una frase.
- Mamá - comenzó, mirando también a sus hermanos, como quien hace un anuncio importante - cuando crezca seré una gran chef. Para siempre hacer cenas como esta - resolvió.


Nuevas actividades que se convertirían en tradiciones con el paso de los años, como el puré especial de patatas dulces de Emmanuelle y mamá. O "las escondidas de regalos" en el que cada quien debía encontrar su regalo escondido en algún lugar de la casa. O el "Zac, no le tires guisantes a tu hermana".
Fue un día lleno de alegría para la familia Levesque.

Consecuencia del "Zac, no le tires guisantes a tu hermana"




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